22 de abril de 2010

Rubí

La veintidós, además de ser una hermosa morocha de ojos profundos, es una de esas personas que, cuando te deja que la conozcas bien, te das cuenta de que es dulce, inteligentisíma y carismática. Pero como no deja que la conozca casi nadie, la gente cree que es todo lo contrario.

La gente dice que es rara. Y algo de razón tiene. No es una chica convencional y fue la única que se avivó de algo no convencional en mí: yo, al revés que todos los tipos, manejo despacio en Buenos Aires. Para mi, "el que sabe manejar verdaderamente, en la ciudad maneja despacio".

Ella no solo vio algo que me diferenciaba del resto, sino que además se dejó encantar por esa condición. Hacía ya tiempo que éramos amigos, cuando me confesó que la seducía muchísimo mi manera de manejar. Sí, escuchá: le excitaba que yo condujera despacio, que la llevara tranquila y relajada a todos lados, que nunca perdiera el control y que, ni a punto de chocar, me desesperara.