21 de julio de 2009

Te duele este deseo

Te duele en la piel, en la carne, en los ojos.

Te duele tenerla cerca y no poder tocarla, o hablarle sin poder decirle.
Es un dolor punzante, un dolor de ganas, un dolor de antojo, un dolor sordo.
Cerrás los ojos y pedís un día entero con ella. Para encerrarla al vacío y sentirte dueño de ese aire. Para desnudarla y dejarla en tu cama. Y mirarla. Y recrearla, por supuesto.

Que te deje un jirón de aura, que quede impregnado en tu cuerpo su olor. Tatuar en tu espacio esos ojos. Olerte las manos y recordarla y sentir que se te estrangula el estómago.

Por eso te duele el deseo. Y a veces te gusta el dolor.