Cada vez que ella me sonríe, se paraliza el universo. Durante ese instante breve, que me parece infinito, todo el paisaje permanece inmóvil y silencioso. Los pájaros quedan flotando estáticos en el aire, la lluvia detiene su caída imprevistamente, y las agujas de los relojes se interrumpen.
Solamente unos latidos atrevidos combaten esa pausa. Como si fuera capaz de escucharlos, ella me retribuye con esa mirada y me dice: “¿Donde estabas?”. Y entonces el mundo, que quizás nunca estuvo detenido, parece retomar su curso repentinamente.
1 comentario:
a veces pareces humano, otras veces son tan irreal y frio...
y en todas esas formas te quiero tanto que me lastimo.
Abrazo eterno Andres, para siempre!
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